Y aquí estamos, una noche de domingo más, dispuestos a descargar nuestros múltiples y profundos orgasmos. La fórmula es perfecta con el agradable clima que nos acompaña y por supuesto las erecciones acumuladas del día, que nos permitirán eyacular a la enésima potencia y si pueden ser varias veces, mejor.
Y hablando de expulsar la proteína de hombre, es esa precisa situación, la que nos trae a compartirte este relato, algo muy inusual en nuestro spa y que si yo no hubiera estado ahí, es algo que no creería aunque me lo hubiesen contado, pero lo sientas real o no, procura sentirlo en tus más profundas partes sexuales, esas que te procuran tensión, equilibrio y expulsión, con pensar o sentir que algo así te podría pasar. Y si quieres que te suceda, contáctanos.
Sucedió un domingo por la tarde, la fecha exacta te la debo, pero lo que si recuerdo muy bien es que eran aproximadamente las 3:00 p.m.
Nuestro paciente protagonista de esta noche, lo llamaremos Juan Elías, un hombre de unos 42 años, trigueño, robusto, lampiño, ojos café, cabello delgado y escaso, habla poco o nada de su vida personal, pero algo que he notado desde hace dos años que nos visita, es que está casado, por la sortija de oro que porta en su dedo anular de su mano derecha.
Juan Elías es un caballero precoz desde que lo conozco, él, generalmente eyacula en el minuto cinco o seis, después de haber iniciado el masaje, ya sea que lo toque de su miembro o no y dentro de su ropa interior. Usualmente, desde que llega al servicio y se está quitando su pantalón, se le puede ver una elegante erección dentro de su fina ropa interior.
Pero lo importante de este relato es lo que sucedió esa tarde de domingo. Agendó la cita como es costumbre, minutos antes de la hora acordada, porque siempre viene a visitarnos con sentido de urgencia y cuando ya no puede contener más su semilla dentro de su bolsa escrotal.
Inicié el masaje como es costumbre en la espalda, después en la parte trasera de sus extremidades inferiores, en ese momento vi que su bulto de unos 17 cm, asomaba en medio de sus enormes piernas con una erección muy potente, por la cual a penas pasé mis dedos por ahí y de su cavernoso miembro, provino una espesa y caliente corriente proteínica. Brotó de su glande, con pulsaciones precisas y muy bien controladas.
Pensé que ahí finalizaba su acumulación sexual y únicamente trabajaría su tensión corporal, pero no fue así, después de limpiar su semilla, seguí el proceso de relajación y una segunda erección estaba en proceso de fabricación, fue casi cinco minutos después que su miembro estaba listo de nuevo y a tope de lo que podía dar, yo estaba sorprendido porque yo necesito 45 minutos de recuperación entre una eyaculación y otra.
Me causó placer verle de nuevo en esa situación, le dije que se diera vuelta para apreciar mejor sus pulsaciones, y fue entonces que agarré su miembro con fuerza y comencé a agitarlo hasta hacerle eyacular una segunda vez.
- Wow! Le dije.
- Andaba cargado, me dijo.
Yo seguí con el masaje en la cabeza superior y veía que su erección no bajaba en lo más mínimo y su miembro oscilante no me permitía concentrarme. No pude más y le pregunté si quería eyacular de nuevo, me dijo que sí, y comencé a realizarle un oral de respeto, que al cabo de un par de minutos estaba eyaculando en mi boca.
Salí a escupir y a traer mi enjuague bucal, cuando regresé a la cabina de la relajación su miembro estaba flácido y agotado, lo dejé descansar y continué con el masaje, cuando faltaban unos 10 minutos aproximadamente antes de salir me dijo que si podía ayudarlo una vez más y que ya no me molestaría.
- No es ninguna molestia -le dije- al contrario.
Pero en esa última ocasión, la erección no estaba tan firme y cuando expulsó su semilla, había perdido espesor, era en menor cantidad y el sabor se sentía como a semen recién cocido, sin ese sabor a fermento que tanto disfrutamos.
Finalmente le ayudé a vestirse, se veía muy agotado pero a la vez muy feliz, pagó el servicio, dejó una generosa propina y se dispuso a salir. Yo quedé impresionado de semejante potencia sexual. Qué bendición venirte rápido, muchas veces y con la misma erección.
Atte. Mateo
RELATO 0003 | TEMPORADA III
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