Hetero y compañía

por | Sep 3, 2023 | TEMPORADA III | 2 Comentarios

Es noche de domingo y con clima espectacular en la ciudad, mientras escribo este relato disfruto mi café, la dosis musical respectiva, la vista con el cielo nublado desde nuestro templo hacia San Salvador, una erección a medias y me transporto al mes de abril de dos mil veintitrés, a esa noche de nuevas experiencias en el spa, y como siempre, te hago la amable invitación para que vayas por tu kit personal de masturbación y disfrutes esta maravillosa historia heterosexual abierta, muy abierta.

El protagonista del relato tántrico de esta noche es Germán Escobar, inició siendo nuestro paciente allá por el mes de mayo de dos mil veintidós y la primera vez que nos visitó, llegó pensando que en las instalaciones de nuestro spa le atenderían masajistas de género femenino. Recuerdo perfectamente su primera reacción al verme, se asustó y me dijo: ¿Y las señoritas, dónde están? A lo que respondí con respeto: – Únicamente atendemos caballeros. Y me respondió: – Entonces voy a regresar.

En ese momento di por finalizada la cita y me olvidé del paciente, minutos más tarde, regresó nuevamente. Lo hice pasar y le consulté cuál servicio le gustaría recibir, a lo que respondió: – Quiero masaje únicamente en las piernas. Y con mucho gusto me puse manos a la obra.

Germán es un hombre de unos cuarenta y tantos, no parece salvadoreño, mide un metro con noventa aproximadamente, piel blanca, cabello castaño, usa gafas y su complexión es robusta. Está cubierto de vellos en todo su cuerpo, su barba es espesa y varonil, su voz es ronca y profunda, habla poco o nada durante el servicio, de su miembro viril hablaremos después.

Nos visita sumamente seguido y siempre que lo hace, desde la primera vez que vino hasta donde inicia la aventura de hoy, siempre fue la misma secuencia: llega, te da su ropa, se acuesta, fuma, te indica que solo puedes tocar sus piernas, se queda en bóxer y no se retira su camisa, solo se suelta unos cuantos botones y ya. Siempre es muy específico en una instrucción y es que, si intentas tener un acercamiento con su miembro team carne, te dice que únicamente puedes tocarlo solo si se para, de lo contrario no, y ahí inicia el desafío para nosotros los masajistas, ser creativos al momento del tocamiento y la frotación para provocarle tremenda erección, y las pocas veces que algunos lo hemos logrado, nos sentimos sumamente ganadores.

Utilizamos todo nuestro arsenal corporal: brazos, dedos, rostro, codos, no podemos usar la boca, ni fluidos. Es una travesía que resulta sumamente excitante, una sola vez, entre tantas veces que lo he atendido, lo hice eyacular, pero esa eyaculación no es tan importante, ni tan épica, como la que te voy a contar un par de líneas abajo.

Era el cuarto mes del año dos mil veintitrés, noche de martes veinticinco, el reloj marcaba cerca de las once, y la calentura de Germán Escobar, comenzaba a sentirse en nuestro chat. Avisó que llegaría en unos minutos, Carlos me avisó y yo estaba listo a recibirlo, dijo que serían dos masajes. Llevaba compañía. Cuando abrí la puerta, me llevé la sorpresa de la vida, algo que nunca había pasado, llevaba consigo una dama que le acompañaba, los dos vestían elegantes, seguramente venían de algún evento social, él con traje, ella en vestido ajustado y corto, los hice pasar y les consulté si deseaban ser atendidos en cama o camilla, me indicaron que en camilla y que primero uno y después el otro.

Los hice pasar y de inmediato los instalé, Germán me dijo que apagara la luz led que proyecta el aire acondicionado y que apagara las lámparas de la habitación, quedamos completamente a oscuras, y así sin luz, yo estaba guardando sus prendas, debo admitir que una vez estábamos a oscuras, empecé a sentir mucho morbo, porque esa noche, sí tendría a un hetero en su máximo esplendor, ahí, a merced de su compañera y su masajista. Cuando guardé su ropa en el closet, pasé cerca de su miembro rozándolo con mis glúteos y ya estaba sumamente erecto.

Se acostó primero él y ella quedó de pie, esta narración que te contaré, no es una narrativa fiel, porque no es algo que vi, solo lo escuché y lo sentí, había nula iluminación. Primero, ella comenzó a besarlo, eran unos besos apasionados que encienden a cualquiera, los besos se escuchaban muy altos e intensos en la habitación, en ese momento, imaginé mi primer beso de tres, pero me cohibí, y no quise incomodar la deliciosa tensión que tenían ambos, yo estaba -como siempre- únicamente tocando sus piernas, poniendo mi miembro en los dedos de sus pies y tocando a como podía su esplendoroso nervio palpitante. Mientras mi mano derecha subía a su pelvis, mi mano izquierda bajaba a sus tobillos y en una de esas escapadas hasta su paraíso escrotal, mi mano se unió a la de ella y ambos empezamos a agitar tremendo trozo en movimiento.

Él aún conservaba su ropa interior, ella tocaba su pecho lleno de vellos y bajaba hasta su miembro, una y otra vez, usó su boca y con todo y bóxer se introducía el miembro de Germán y también mis dedos, era una dama experta, sabía lo que hacía y cómo lo hacía. Después de eso, sentí que se subió encima de él, ella estaba también en la camilla y se frotaba contra tremendo trozo de hombre, gemía de forma elegante y discreta, tomó mi mano y llevó mis dedos hacia su ropa interior, indicándome que se la retirara, sin decir una sola palabra, lo hice y regresé mis dedos cerca de su zona vaginal, no pude evitar apreciar sutilmente con mi tacto, su clítoris muy bien formado, mi mano derecha estaba justamente en medio de esos dos cuerpos encendidos de placer, ellos frente a frente besándose apasionadamente, y mi adiestrada mano derecha dándolo todo, mi dedo índice y medio, masajeando de forma circular su vagina, y mis dedos anular y meñique, presionando la suave pero endurecida verga de Germán.

Una vez calientes los tres, decidí retirarle la ropa interior a nuestro protagonista y ahora sí, usé mis dos manos, la derecha para ella y la izquierda para él, mientras yo, únicamente me frotaba en sus pies, a medida la temperatura aumentaba, decidí introducir el bien formado trozo de él, en la vagina que ya me había encargado de dilatar, y a medida yo usaba mis manos para introducírselo, ambos gemían y se retorcían de placer. Una vez ella había absorbido el trozo de carne y lo tenía adentro, yo movía su cintura con mis dos dedos principales, casi entrando en su ano. Esa mujer conoció la gloria, por respeto a Germán, no me incorporé a realizar la doble penetración, pero vaya que lo hubiera disfrutado.

Cuando él sintió que estaba por correrse, se levantó y la acostó a ella en la camilla. Yo escuchaba que estaba metiéndole los dedos en la cavidad anal, me dijo que yo se los introdujera en la vagina. Así lo hice, él la golpeaba fuertemente con la verga en los muslos y ella solo gemía de placer. Él le preguntó si iba a querer leche, y ella dijo que sí, que quería la leche de los dos. Eso me encendió aún más.

Él me preguntó: – ¿No te has prendido cabrón? Respondí que sí, me dijo que me pusiera a su lado y ambos miembros quedaron cerca del rostro de ella.

Él se puso muy cerca mío, eso me tenía muy mal, nunca había tenido ese trato para conmigo, sentir su olor transpirado a hombre que acaba de penetrar, era espectacular. Ella tomó los dos miembros erectos y comenzó a comerlos y a masturbarnos, en eso Germán me dijo: – Avisame y nos corremos los dos al mismo tiempo. E hizo algo que me obligó a correrme casi de inmediato, subió su brazo izquierdo y lo puso sobre mi hombro, al sentir su abrazo y el olor de su axila cerca de mi nariz, solo lo volví a ver, lo abracé y con fuerza, le dije al oído: – Me voy a venir, ella alcanzó a escuchar y agilizó el movimiento con más rapidez y destreza, los apreté a ambos y me vine, me corrí con la fuerza y el deseo de querer expulsar mi semilla primero, ella con mi proteína en su boca, comenzó a succionarlo a él, y al sentir eso, lo hizo correrse casi que de inmediato. Mientras eyaculaba gritaba y se estremecía, me presionó contra él y casi de inmediato me soltó.

Había regresado a su estado normal, se limpió y le dio papel a ella, se vistieron, pagaron y se marcharon. Sin mencionar nada. Nos sigue visitando y como es costumbre el tema no se ha tocado, ni se hablará jamás.

Atte. Mateo

RELATO 0008 | TEMPORADA III

2 Comentarios

  1. Rafa

    Soy hetero pero siento que si voy y se me para, voy a dejar de serlo.

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  2. Rafa

    Para nada
    Es normal que se te pare y no x que se te para vas a dejar Hetero

    Responder

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