Los domingos son nuestro día favorito de la semana, ¿Sabes por qué? Porque tenemos material en texto y en vídeo disponible para compartir contigo, material inédito de situaciones que nos pasan a los masajistas y que en muchas ocasiones, suelen ser fuera de lo común, pero igual se disfrutan muchísimo.
Y ese es el caso de este relato, un paciente que nos cambió los papeles para disfrutar su sesión, me puso en una situación para la cual no estaba preparado, pero había que cumplir la fantasía de nuestro protagonista de la noche.
Todo sucedió un lunes por la noche, recuerdo que fue lunes porque cerramos temprano, y a eso de las 6:30 p.m. Nos visitó el Dr. Gabriel García, como le llamaremos por motivos de discreción y para evitar que vayas a stalkearlo a sus redes, sabemos que es médico pediatra por la información del WhatsApp Business de donde nos escribió para agendar la sesión, según nos cuenta Carlos, groso modo, hizo una serie de preguntas antes de hacer la cita, no tengo la información exacta porque desde nuestros espacios de trabajo, tenemos prohibido compartir información personal del paciente, ni socializar con otros compañeros lo poco que nos pueda decir.
Sin embargo, las instrucciones de Carlos fueron precisas y es lo que te voy a compartir, escribió en el chat grupal del Zen Spa:
- Cita para Mateo, 6:30 p.m. Te voy a avisar cuando esté por salir del ascensor, tenés que dejar la puerta sin llave, él va a entrar solo y va a cerrar, ya le indiqué como sabrá en la cabina que recibirá el servicio, vos tenéis que estar en bóxer y acostado boca abajo, no quiere que lo veas llegar y dijo que él quiere dar el masaje. Suerte y buen provecho.
Me pude imaginar cualquier cosa, menos esa instrucción que estaba recibiendo. Yo desde las 5:00 p.m. Estaba con los nervios alterados, a eso de las 5:30 p.m. me fui a duchar y hacer el ritual que caracteriza a Mateo antes de cada presentación artística: cuerpo limpio, oloroso e impecable, aceites, cremas y aromas para la piel y el cabello, boca limpia y olorosa, dientes radiantes y ropa limpia.
Sé y sabemos mis compañeros y yo, que cada paciente tiene que disfrutar nuestro aseo y limpieza, por eso hacemos el mismo ritual antes, para dar el mejor servicio.
Terminé de preparar todo, cuarto, velas, aroma y música a las 6:15 p.m. Cuando me avisa que el Dr. García estaba en el parqueo, era la primera vez que nos visitaba y por lo tanto no tenía una imagen mental del protagonista, pero qué más daba, ya me habían solicitado y por lo tanto estaba en posición y a tiempo, le escribí a Carlos y le dije que ya estaba tal cual lo solicitó. Y el espectáculo comenzó.
Escuché que la puerta se abrió y se cerró con suavidad. Unos pasos lentos en el pasillo, y después sentí que abrió la puerta de la cabina. Yo seguía muy nervioso, pero me dejé llevar.
Entró, no dijo una sola palabra. Él llevaba sus aceites y el masaje comenzó. No inició por la espalda como lo hacemos nosotros, empezó por las piernas, de abajo hacia arriba, a mí me gusta dar masaje, más no recibir, pero, no puedo negar que lo disfruté de principio a fin.
La tensión nerviosa disminuyó pero la sexual aumentó, a medida que introducía sus dedos en medio de mis piernas, comenzaba a inducirme en un proceso de excitación, con el que estuve tratando de contenerme pero no lo logré, mi miembro comenzó a crecer casi de inmediato y en paralelo al placer que sentía.
En ese preciso momento, recordé cuando tú como paciente estás en la situación que yo estaba. No le permití llegar a mi espalda y me di vuelta para verle. No imaginé estar en una situación como la que te voy a contar, cuando lo vi, me impresioné y mi erección fue aun más intensa, estaba frente a un hombre sofisticado, blanco, oloroso, definido y con una gran sonrisa.
Vestía ropa quirúrgica, ajustada, que definía su cuerpo muy bien formado, se subió en la camilla y me veía fijamente a los ojos, friccionaba su miembro con el mío, sentía que eran los mejores espadazos que había compartido en mis años de experiencia como terapeuta, me quiso tocar pero le dije que no, si lo hacía, eyacularía en cuestión de segundos.
Y tal cual lo pensé sucedió, se quitó la camisa, se dejó el pantalón, y continuó la fricción, la tela de su pantalón estaba húmeda y su erección muy bien formada, se bajó de la camilla y puso su miembro en mi mano, cuando lo sentí, apreté con mucha fuerza, me quitó la ropa interior y comenzó el proceso de frotamiento, a lo cual no me pude resistir.
Me vio a los ojos y me dijo:
- ¿Nos venimos al mismo tiempo?
Le dije que sí y al cabo de unos minutos, ambas explosiones se fusionaron, mientras yo le apretaba y lo friccionaba, él hacía lo mismo, dos fuerzas internas brotaron de ambos, expulsando toda la tensión acumulada, mucha proteína masculina regada por toda la habitación, su pantalón mojado pero con su miembro satisfecho. Mi mano estaba húmeda por haberle recibido la potencia, me la llevé a la nariz y disfruté su aroma celestial.
Nos limpiamos, nos vestimos y nos despedimos. Fue la única experiencia de roles invertidos pero qué placer y tensión más disfrutaba para ambos.
Atte. Mateo
RELATO 0004 | TEMPORADA III
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