¡Final feliz de semana! Las noches de domingo son nuestras favoritas, ¿Sabes por qué? Porque es noche de fantasías y realidades con las maravillosas experiencias que suceden en nuestro templo de la relajación, situaciones extremas y bajo tensión sexual, que nos hacen experimentar, a ti, a los clientes y a nosotros como el equipo de Zen Spa, las situaciones más placenteras y a la vez incomodas a través de estas las líneas de este blog.
Como es habitual, te encargo que vayas por el botiquín masturbacional, pantallas y dispositivos en mano, sangre bombeando al mil por tu órgano carnoso, tensión y endurecimiento para separar ese miembro tenso de tu cuerpo, y leche a la obra.
Este relato es de uno de nuestros clientes más antiguos que nos ha visitado en todas las sucursales que hemos tenido a lo largo de estos 3 años, su nombre es Martín. Un caballero de complexión delgada, estatura de casi 2 metros, cabello corto con entradas muy pronunciadas en su frente, un cuerpo cubierto de vello rizado y espeso, ojos color miel y unas enormes manos que portan un anillo de oro en el dedo anular, una sortija que indica compromiso y cabeza de hogar, a pesar de su corta edad, a quien le calculo unos 30 años aproximadamente.
Martín tiene tarjeta de cliente frecuente y hace uso de todos los beneficios, nos visita cada 15 y 30 de mes, y si su carga de estrés es más pesada de lo normal, se da una escapada de su cotidianidad entre semana para su respectivo ordeñamiento. La primera vez que nos visitó no la disfrutó lo suficiente como yo, debido a que su condición de persona heterosexual le impidió apreciar a plenitud, él necesitaba un masaje pero no estaba seguro de lo que conllevaba el asunto. Nunca se había sometido a ningún tipo de tratamiento como el nuestro y pidió algunas cosas que no le favorecieron al momento de iniciar.
Me consultó si podía comenzar por el abdomen y los pectorales, y así lo hice, sin embargo, la situación se salió de control en pocos minutos, a penas estaba iniciando el masaje en su abdomen en sentido de las agujas del reloj, cuando de repente vi por el entrecejo que su miembro de 20 cm aproximadamente, había crecido, estaba duro y en pie, moviéndose como péndulo, no tenía ropa interior y nada le cubría; está listo para ser deslechado – pensé-, pero ¿Cuál fue mi sorpresa? Ese hombre tenía mucha tensión sexual acumulada de varios días atrás, me pidió que me subiera encima de él en la camilla para sentir mi fuerza y presión en su carnoso miembro, así lo hice y en cuanto me subí encima suyo y sentí cerca su miembro, el mío comenzó a despertar.
Martín se dio cuenta de lo que estaba pasando y en cuanto sintió mi erección, intentó tocarme, colocó su mano cerca de mi miembro y en ese primer intento que lo hizo, blanca esperma salió con mucha fuerza de la carnosidad de entre sus piernas, habían pasado a penas 5 minutos desde que llegó a su sesión y ya estaba eyaculando, no había pasado nada en absoluto y su miez ya estaba derramada y esparcida en todo el espacio de relajación que habíamos destinado para él.
De algo sí podemos estar seguros y es de su disfrute, que aunque no tuvo tiempo de reaccionar ante el choque de escrotos, su rostro representaba el mayor placer de su vida, tener a otro varón como él, compartiendo fluidos y dominando ambos la situación, no tuvo más remedio que dejar salir su semilla. A medida las visitas comenzaron a ser frecuentes, su eyaculación precoz cesó y ahora disfruta del maravilloso placer de la relajación entre varones.
Atte. Mateo
RELATO 0003 | TEMPORADA II
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