¡Hola! Somos nosotros nuevamente, y estamos en un domingo más de relatos tántricos y qué espectacular compartirlos contigo, tú que vives las emociones igual o mejor que nosotros. No te hago esperar más, solo te recomiendo ir por tus toallas húmedas, dispositivo en mano y empecemos.
Lo que te voy a compartir, sucedió el pasado martes 5 de marzo de 2019, martes de carnaval -para algunos-. No sé si recuerdan que ese día, Zen Spa lanzó la promoción que por cualquier servicio completo, tenías el derecho a un 20% de descuento; pues ese día como es habitual, hubo casa llena, leche por aquí, explosión tropical blanca por allá, en fin, fue un día muy movido para nosotros. Algo que no sabes, pero te lo queremos compartir, es que: creamos todo un espectáculo para que, aunque tengamos todos los cuartos temáticos ocupados y casa llena, nuestros clientes disfruten y sientan placer, sin darse cuenta si hay alguien más, o incluso encontrárselo en el pasillo o parqueo.
Cada cliente entra a su hora reservada con antelación y cada masajista sale a recibirle, lo lleva a la habitación asignada, -y algo de lo que no se percatan- es que en ese mágico momento, estamos todos comunicados sobre el proceso que lleva cada paciente, es decir, si está por salir o por entrar. Previo a su llegada, cambiamos el material que utilizamos, para que cada uno disfrute, desde los aromas de las sábanas limpias y perfumadas, hasta la maravillosa luz tenue de nuestras lámparas de sal.
Esta semana, se presentó a su primer masaje, Luis, (así le llamaremos por discreción), es un joven delgado, estatura de 1.65 m aproximadamente, le calculé unos 19 años de edad, tez blanca, ojos café, muy oloroso y bien cuidado, andaba una mochila, como si iba para clases o venía, noté que no tenía experiencia en recibir ese tipo de servicios, por lo que traté de relajarlo y hacerlo sentir en confianza.
Lo coloqué en posición inicial, con su toalla y ropa interior respectivamente; comencé la rutina habitual, puntos focales en la cabeza, espalda, hombros, extremidades superiores. Era delgado y muy bien definido, bajé a sus glúteos, trabajé el proceso tántrico en su chakra sacro, el cual disfrutó muchísimo, y digo que lo disfrutó muchísimo porque cuando introduje uno de mis dedos para estimularle, sentí que su esfínter anal, succionaba mi índice y pedía a gritos que introdujera un dedo más, y así lo hice, ya que el ano es considerado también como órgano sexual y sabemos que es una zona erógena y por lo tanto excitable, ya que contiene muchas terminaciones nerviosas que pueden ser estimuladas, produciendo sensaciones placenteras en cualquier persona, del género que sea. En el hombre, al tocar esa zona anal, se produce una sensación de placer por estimulación indirecta de la próstata.
Y así fue, Luis lo disfrutó, al girar su cuerpo para realizar el masaje de frente, observé que estaba tan excitado, que su miembro no dejaba de moverse, un miembro de unos 20 cm de largo aproximadamente, como dicen que los delgados portan sorpresas bajo su ropa, creo que este sí fue el caso, en fin, a penas comencé a trabajar en su pecho y aun estando con ropa interior, noté que en ese momento algo de Luis estaba por salir, sus movimientos lo decían, y algo en él, decía que lo estaba disfrutando, en ese instante abrió sus ojos, su respiración se intensificó, y por encima de su bóxer color negro, vi salir un líquido espeso y abundante, que casi por 15 ó 20 segundos, salía de él, sin tocarlo ni tocarse, Luis había terminado.
Cancelé el masaje, lo limpié con la toalla y lo dejé como si nada había pasado, continué la sesión y a los 10 minutos aproximadamente, su miembro comenzó a crecer de nuevo, algo que normalmente no sucede con nuestros pacientes, a lo mejor la edad o la inexperiencia, pero lo que sí puedo asegurar, es que disfrutó cada toque, cada aroma, cada espacio y en ese momento que ya no pudo más, me pidió ayuda, quité su ropa interior y comencé a masajear su miembro largo y tenso, al cabo de unos minutos se vino de nuevo, explotó como si hubiese sido la primera vez que eyaculaba, llenó mi rostro de su espesa semilla caliente, mis manos y todo su cuerpo que quedó felizmente relajado.
Terminamos el masaje y se retiró de ahí, relajado al dos por uno. Posdata, solo cobramos un final feliz, independientemente de cuántas veces terminen.
Atte. Mateo
RELATO 0010 | TEMPORADA I
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