Esguince placentero

por | Abr 11, 2022 | TEMPORADA II | 2 Comentarios

Es noche de domingo y por lo tanto es momento de desconectarte de la realidad. Te voy a acompañar en este camino a la excitación, al placer y a la autocomplacencia, quiero que te conectes a este relato con el libido superior al nivel normal, con la erección elevada a la enésima potencia y con el semen listo para ser expulsado, si puedes tenerlo desde ya en el glande, mejor.

Esta historia sucedió la semana pasada, como ya sabes, nuestros servicios se adecúan a cualquier tipo de masajes y servicio muscular, con huesos no nos metemos, pero si lo que hay es algún tipo de tensión, ayudamos perfectamente con la recuperación.

El paciente que en esta ocasión lidera nuestro relato es Ramón, un caballero de 28 años, complexión robusta, piel blanca y cabello color negro, medio largo. Escribió para realizar su cita al +(503) 7289 8612, era primera vez que asistía, ya que un amigo le recomendó nuestros servicios. 

Cuando Carlos me dio la instrucción del servicio que había solicitado me dijo puntualmente: “Lo esperas en el parqueo y le ayudas a subir, va con una muleta por un esguince en el tobillo, ha estado en fisioterapia y va avanzando en su recuperación, un masaje le ayudará muchísimo, ya puede asentar el pie”. 

Tomé nota de la instrucción y cuando Carlos me dijo que bajara por el paciente, lo hice de inmediato. En el momento que yo llegaba al parqueo, él estaba a punto de salir de su auto. Me presenté muy educadamente y él también. Debo confesar que nunca había atendido a alguien en esas condiciones y no sabía como actuar para no lastimarle, le dije que le ayudaría a llegar hasta nuestro templo de la relajación, me dio las gracias y me dijo que me quedara cerca, colocó su brazo sobre mi hombro y la muleta la tomó con el otro brazo.

Empezamos a caminar hacia el elevador, no sabía qué hacer con mi brazo que quedaba al lado de su cuerpo, y entre tanto íbamos avanzando, lo pasé atrás de su espalda y bajé hasta su cintura, metí mis dedos en la trabilla de su pantalón y así seguimos avanzando.

Mientras más avanzábamos más largo sentía el camino, no por su peso, al contrario me sentía muy a gusto con él, sino por un problema personal que tengo con las axilas, en el ambiente se sentía una enorme tensión sexual, el olor a hombre varonil, sofisticado y muy bien cuidado que brotaba de sus extremidades era un espectáculo que cualquiera disfrutaría tener, pero era yo quien estaba ahí, batallando con mi problema personal y más que un problema personal es un fetiche indescriptible por absorber los aromas que brotan de las axilas masculinas, después de un largo día de trabajo.

Por fin llegamos a nuestras instalaciones, y algo que yo había pensado en todo el camino sucedió, Ramón dijo: ¿Me puedes prestar la ducha? A lo que yo respondí que sí, muy serio, -pero sonriendo por dentro-, le dije que en seguida le llevaba una toalla recién salida del secador, muy bien desinfectada y aromatizada.

Cuando toqué la puerta del baño para entregársela, vi que tenía mucha dificultad para desvestirse, le ofrecí mi ayuda muy amablemente y accedió. Dejé la muleta de lado y me dispuse a bajar su pantalón y vaya sorpresa, el olor que brotaba de su pantalón era esencia de placer, un aroma que podría encender cualquier cuerpo sometido a semejante tensión y así fue, yo estaba demasiado tenso y con el morbo al mil por ciento, intencionalmente acerqué mi rostro a su miembro deliciosamente cubierto por su bóxer negro que le tallaba muy bien, alejó mi cabeza y me dijo: “No hagas eso, vas a encenderlo y después no vas a querer apagarlo”. Solo sonreí y continué ayudándole con los calcetines.

Después le ayudé a entrar a la ducha, siempre sosteniéndole su brazo y cintura. Una vez dentro me dijo si le podía ayudar con el jabón en la pierna, y yo más que dispuesto le dije que sí, me quité la ropa y entré con él a la ducha, primero puse jabón en su espalda, glúteos y la parte posterior de las piernas, después le indiqué que girara y vaya tremenda situación, cuando volteó, mi mirada se fue directamente a su miembro, un tronco de aproximadamente 19 cm, ahí, palpitando frente a mis ojos, pidiéndome en silencio que le exprimiera todo el placer que llevaba dentro, ¿Cómo negarme a semejante petición?, olvidé el jabón en su pierna y me fui directamente a su pene, como cual hombre sediento ve el último vaso con agua en un desierto, así de necesario era para mí exprimirlo, hacerlo descargar y expulsar toda la tensión que llevaba dentro.

Al cabo de unos 4 minutos aproximadamente me dijo: “Si me la seguís agitando así, me vas a sacar todo lo que llevo dentro”. A un sordo le estaba diciendo, mi rostro a la altura de su miembro y mi mano que lo agitaba a 5 shakes por segundo, en ese instante, él gritó de placer y yo recibí todo ese placer en mi rostro, un líquido caliente, espeso y abundante vertía de él sobre mí, disfruté tanto ver su rostro, escucharlo sin aire, sentir que temblaba de excitación y satisfacción. Lo terminé de bañar, lo llevé a la habitación y el masaje inició.

Escena post créditos: acabó dos veces más.

Atte. Mateo

RELATO 0004 | TEMPORADA II

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