Jefe caliente

por | Sep 24, 2023 | TEMPORADA III | 1 Comentario

Sorprendí al jefe de mi otro trabajo cuando vino por un masaje. Sucedió un viernes de febrero del año 2018, cuando el Zen Spa se llamaba: Tantra, en esa época yo trabajaba en una agencia publicitaria como diseñador gráfico y tenía un horario de 8:00 de la mañana a 5:00 de la tarde, en cuanto salía de mi primera jornada laboral, corría al spa, para cumplir mi segunda ronda de labores, que era de 5:30 de la tarde a 10:00 de la noche.

En la agencia donde trabajaba, tenía un supervisor que era mi jefe inmediato y arriba de él, estaba el director creativo que es de quien vamos a hablar hoy y será nuestro protagonista del relato, y lo llamaremos Tomás.

Tomás es un hombre que mide un metro ochenta, piel morena, fornido, ojos color miel, usa gafas con aumento considerable y de muy buen ver. No olvides el detalle de las gafas. En ese tiempo, yo tenía poco o nada que ver con su cargo, si acaso nos dirigimos un par de veces el saludo, solo sabíamos que existíamos en nuestras áreas y hasta ahí. Su esposa tenía un cargo en el departamento de Recursos Humanos pero con ella nunca hablé, lo supe por lo que se hablaba de ellos en los pasillos.

Sin embargo, cuando yo lo veía me ponía nervioso por el hecho de no querer entablar una conversación con él.

Aquel viernes fatídico, de incertidumbre y lleno de muchas explosiones blancas y con sabores insípidos, fue una de mis mejores experiencias hasta la fecha, por el nivel de tensión que conllevaba de inicio a fin, fueron los 50 minutos mas excitantes en el spa. Si bien es cierto que cuando el paciente es nuevo, la tensión aumenta porque no conoces sus intenciones y tampoco sabes lo que va a suceder durante el servicio, ahora imagínate la tensión de atender a alguien que conoces, que ves todos los días y que no sabes como podría reaccionar ante semejante encuentro.

Carlos me avisó de la cita a eso de las 8:00 de la noche, que un nuevo paciente estaba por llegar. A los minutos me avisó que había llegado, salí a revisar las cámaras de seguridad y vi una camioneta color blanco parquearse afuera de nuestras instalaciones, era marca y modelo exactamente igual que la de Tomás.

En ese momento, lo vi bajarse con la ropa que había usado ese día en el trabajo, un pantalón beige ajustado, y una camisa blanca manga larga, recuerdo muy bien el pantalón porque marcaba su órgano primaveral en esplendor, las ocasiones que se levantaba para estirarse y como las oficinas eran con paredes de vidrio, se veía a lo lejos el asta de su bandera apuntando con exactitud sobre lo que tuviera enfrente.

Una vez estaba abajo de la camioneta, se arrolló las mangas de su camisa, guardó sus gafas en su estuche y empezó a caminar hacia la puerta, sin gafas en su vista, sería más difícil identificarme. Yo me puse nervioso desde que lo identifiqué, pero desde que acepté mi trabajo como masajista, sabía que era un riesgo que tenía que correr y siempre he estado dispuesto.

Mis manos temblaban y sudaban helado, abrí la puerta, le dije buenas noches y le indiqué con mi mano que siguiera el camino, no nos habíamos dirigido la mirada, quienes me conocen, saben que yo normalmente hablo poco o nada en los servicios de masaje, así que mantener mi boca cerrada no fue difícil.

Un detalle importante es que por la noche, los pacientes entran a oscuras y solo vemos sombras, a lo lejos, la luz tenue de las lámparas de la sala y habitación, por lo tanto la fórmula era perfecta:

Poca luz, sin gafas de aumento, poca comunicación y miradas al vacío.

Le indiqué que me compartiera su ropa y que se recostara sobre la camilla, me puse atrás suyo de espaldas, para evitar en todo momento el contacto visual, una vez en camilla, empecé el masaje en la espalda y las piernas. No pregunté en ningún momento qué tipo de servicio quería, pensé que sería mejor, descubirlo en el intento.

No te imaginas, cuanto disfruté dar el servicio a Tomás por varias razones, la primera es por la imagen de autoridad que representaba en la empresa donde laboraba, la segunda porque quizá en algún momento, tuve alguna fantasía con él y la tercera porque sabía que tenía esposa, como es lo habitual en nuestros pacientes.

Pensaba todo eso, mientras veía y disfrutaba su cuerpo tan vulnerable, lejos de su hábitat natural y a diestra de mi relajación. Terminé el masaje en la parte de atrás y era momento de indicarle que debía voltear, en ese momento preparé una toalla y la puse inmediatamente sobre sus ojos para no tener contacto visual y que eso evitara que él se relajara como Dios manda.

Una vez en esa postura, inicié el intenso proceso de relajación. Hasta ese punto había cero contacto visual y el cruce de palabras que hubo únicamente durante el saludo. Inicié el masaje en los pies, normalmente el servicio no incluye masaje de pies porque tenemos un masaje específico, muy parecido a la reflexología, donde trabajamos la musculatura profunda del pie, pero para matar tiempo empecé por ahí, trabajé las tibiales anterior y posterior, y los muslos.

Hasta ahí, todo bien. Sin novedades, sin experiencias extrasensoriales, ni levitaciones paranormales de gran cuerpo oscilante alojado en medio de sus extremidades inferiores. Pasé después al masaje craneofacial antiestrés, trabajé con suma suavidad el cráneo y rostro, cuello y hombros. Cuando damos esa parte del masaje, nos situamos en la parte posterior de la camilla, para quedar en dirección exacta a la cabeza del paciente, en ese momento hice sus brazos hacia atrás y comencé a trabajar sus axilas llenas de vellos y de aroma masculino, trabajé sus brazos y antebrazos, pero, cuando pasé mis manos sobre las suyas, percibí una leve tensión y una particular fuerza, que nosotros bien conocemos, cuando enfocamos nuestros sentidos específicamente en ciertas zonas. 

Después me acerqué a su rostro y respirábamos muy cerca, mientras realizaba masaje sobre sus pectorales y abdomen, estuve así unos cinco minutos y cuando levanté levemente mi mirada, vi fijamente hacia su aparato oscilatorio y reproductor, ya estaba listo, erecto y preparado para ser succionado, experimentando el ambiente de relajación. Su miembro oscilaba de derecha a izquierda, de arriba hacia abajo, le pulsaba y vibraba con mucha potencia, noté una complexión bastante pronunciada y también, aun en la distancia percibí que todo sería rápido, una deliciosa eyaculación precoz.

Y así fue, el proceso de salida de su semen, fue sumamente rápido y sin contacto, pero mi emoción era tal, que le veía muchas veces y respiraba profundo aroma a la sustancia vital, cerca de su expulsión, él se retorcía de placer, no pude contenerme y comencé a deleitarme con su leche fresca de hombre, que había regado sobre su abdomen, lo limpié con la lengua hasta la última gota, y mientras lo disfrutaba, saboreaba su trozo a media erección.

Finalmente, alcancé sus prendas, y al momento de cobrar le dije:

Qué buen partido acabamos de tener! Ahí sí me vio fijamente, respondió que sí, agachó la mirada y se fue.

Minutos después, me estaba escribiendo a WhatsApp. Y el resto será otra historia.

Atte. Mateo

RELATO 0011 | TEMPORADA III

1 Comentario

  1. Jesús

    No me deja ver el relato

    Responder

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