Dr. Guatemala

por | Jul 14, 2024 | TEMPORADA IV | 0 Comentarios

Como es costumbre y desde hace un año aproximadamente, una vez al mes, desde Zen Spa, realizamos un viaje de trabajo a Ciudad de Guatemala, casi siempre nos alojamos en Zona 4, llegamos los días jueves por la tarde y regresamos a El Salvador domingo al medio día, esto para satisfacer las necesidades del mayor número posible de caballeros, que con morbo y buen gusto asisten a su tratamiento contra el estrés o solicitan nuestro servicio a domicilio, este mes de julio, llegamos el próximo jueves 18 de julio de 2024 y regresamos a El Salvador el día domingo 21 del mismo mes.

En cada viaje que realizamos, llevamos agenda llena y con pocos espacios disponibles, en algunas ocasiones vamos dos masajistas y en otras ocasiones solo Axel y yo. Axel es quien nos ayuda con la agenda y la atención directa con el paciente cada vez que nos escriben a nuestro WhatsApp, la documentación audiovisual para redes sociales y cualquier otra necesidad en la que nos pueda apoyar desde su condición de heterosexual.

La historia de hoy, sucedió el pasado jueves 14 de marzo de 2024, íbamos a cumplir con nuestro compromiso cuaresmal, Santiago, Axel y yo. Llevábamos tantos planes, como por ejemplo ir de visita a la Antigua Guatemala el domingo 17 de marzo, antes de nuestro regreso a El Salvador, plan que también se vio cruelmente afectado por la aventura que estás a punto de conocer.

Ese jueves, llegamos a Ciudad de Guatemala a eso de las 12:00 del medio día, ese día nuestro hospedaje sería en el edificio Quo, el apartamento nos lo iban a entregar a las 3:00 p.m. en punto, por lo tanto teníamos un par de horas para realizar algunas actividades de adquisición de insumos para sobrevivir las 3 noches en ese maravilloso país, que nos recibe con las puertas abiertas en cada una de nuestras visitas. Como suele ser costumbre, vamos en el auto y Axel va agendando citas, modificando horarios y haciendo movimientos que nos ayudes a dar un mejor servicio.

Como a las 11:41 a.m. nos escribió Boris Fernando Rosas Herrarte, solicitando información sobre nuestra visita a Guatemala, nos preguntó si atendían hombres o mujeres, los horarios que aun nos quedaban disponibles y la ubicación exacta de nuestra sede, y de inmediato realizó la cita para el día viernes 15 de marzo a las 11:00 horas. De repente, hizo un cambio de horario y nos consultó si podíamos atenderlo en domicilio, a lo que de inmediato Axel respondió que sí y que en cuál horario le gustaría, a lo que nos respondió que a las 2:30 P.M. 

En ese momento escribí al host que nos entregaría el Airbnb, que si había alguna alternativa de poder ingresar a eso de las 2:00 P.M. porque debía dejar las cosas y estar como nuevo para la visita, el costo dijo que sí, e ingresamos antes de la hora acordada. A las 2:15 P.M. Yo ya estaba listo para el servicio a domicilio, Axel y Santiago se quedaron en el apartamento para atender las citas que teníamos casi al mismo tiempo.

El apartamento del domicilio, está ubicado en Zona 10, como a 15 minutos de Zona 4, me desplacé de punto A a punto B y llegué puntual, y como debía parquear afuera del edificio, verifiqué estacionarme donde no hubiera línea roja, una vez el vehículo estacionado, di mis datos en el lobby, subí al nivel 7 y busqué el apartamento indicado. 

Al llegar, toqué el timbre y salió a mi encuentro Fernando, un caballero más alto que yo, de 40 años, como de 1.85 m de estatura, blanco, muy bien presentado, Doctor en Medicina y Cirugía, y con enormes atributos dentro de él, que al inicio no me los imaginé. Por su acento, asumí que era un centroamericano radicado en Guatemala, al momento de mi llegada estaba en una llamada de trabajo, me indicó que esperara unos minutos, me ofreció una bebida y me quedé en la sala apreciando los muy finos acabados del apartamento. En minutos me hizo pasar, le indiqué que se retirara su ropa, y se quedó sobre la cama únicamente con un bóxer oscuro.

Comencé el masaje en espalda y piernas, pero algo en mí, me decía que le indicara estar hacia arriba, y así fue, pasados unos 12 minutos le indiqué cambiar su posición y vaya sorpresa, el hombre estaba erecto, su muy bien formado cuerpo blanco, grande y potente, ocultaba en su centro un arma de unos 22 cm de calibre aproximadamente, una maravillosa herramienta que podía agitar con mis dos manos simultáneamente, un pene grueso y bien formado, acerqué mi nariz a su bóxer y comencé a disfrutar su aroma, su olor a macho varonil exitoso, a hombre viril de alto presupuesto y varón premium vulnerable a mi boca, sentía con urgencia la necesidad de probar su semilla, de disfrutarlo y que esos 50 minutos no pasaran tan rápido.

Retiré su ropa interior y comencé mi devocional laboral, tomé su trozo con mis dos manos y seguí el proceso de agitamiento, el trocito que sobraba lo comencé a succionar con mi boca, utilizaba todos mis recursos para hacerlo vibrar, él me veía y continuaba con su erección al full, pasé así casi 39 minutos, sentía en mi boca su palpitar, como su sangre corría sobre su pene y dentro de mi boca, hubo un momento que mi mandíbula estaba cansada, pero sabía que tenía que aprovecharlo en nombre de todos los salvadoreños que hubieran disfrutado tanto estar en mi lugar, recordé que mi madre no crió a un hombre débil.

Pasados los 50 minutos, le consulté si deseaba eyacular y si había alguna forma de mejorar mi técnica y ayudarlo, me indicó que no, que todo bien pero que le costaba eyacular, así que finalicé mi servicio, me despedí de él educadamente y salí del edificio.

Cuando llegué al lugar donde lo había parqueado, ¡Vaya sorpresa!, En el parabrisas de mi auto había una hoja que decía, cito textualmente:

¡CUIDADO! NO MUEVA ESTE VEHÍCULO.

Dicho aviso, estaba acompañado de una multa de $65.00 dólares y un CEPO (Inmovilizador de ruedas de coches, que bloquean e impiden la circulación del vehículo), en ese momento sentí angustia y preocupación, uno: porque estaba en un país del cual no conocía sus reglas, dos: tenía que pagar una multa en quetzales y en mis viajes a Guatemala, nunca hago cambio de moneda, todo lo que consumimos se paga con tarjeta, y tres: por salir a la carrera del apartamento, olvidé llevar mis tarjetas y los documentos del auto.

Pero, había que resolver, comencé a preguntar a las personas que estaban en el lugar, que qué debía hacer, el vigilante del edificio me dijo que no sabía, en eso salió un joven del edificio, me aproximé a él a consultarle, y no tenía la mas mínima idea de qué hacer, pero nos vimos fijamente, creamos una tensión sexual durante unos minutos, nos compartimos los contactos en caso pudiera ayudarme, nos despedimos y él se fue a sus clases, estudiaba filosofía según recuerdo.

Me fui a sentar a mi auto e intentar llamar y comunicarme con EMETRA, (Entidad Metropolitana Reguladora de Transporte y Tránsito) de la municipalidad de Guatemala, por fin me contestaron por chat, di los datos del vehículo y me dijeron que enviarían a un agente a cobrarme la multa y que podía pagar con tarjeta, debo resaltar que la infracción, a mi criterio no aplicaba, porque no estaba estacionado en línea roja, pero no iba a estar discutiendo el motivo y únicamente me iba a limitar a pagar la infracción.

Recordé que no andaba tarjetas, ni documentos, que únicamente podría pagar desde mi dispositivo móvil por contacto, pero no había forma de demostrar que el auto era mío o que yo era el dueño de la tarjeta, así que recurrí a Santiago, le llamé, le dije donde estaba y que me llevara mis documentos a Zona 10. Que se desplazara en Uber hasta ahí. 

Durante mi espera, recliné el asiento del auto, bajé los vidrios de las ventanas del piloto y copiloto, y esperé. Pasaron unos 5 minutos cuando se acercó al auto, un caballero de baja estatura, como de unos 23 años, piel morena, y delgado, me preguntó si conocía la terminal de buses, le respondí que no y comenzamos a hablar de mi tragedia, y entre risas y platica me preguntó que qué andaba haciendo ahí, le expliqué sin mucho detalle mi labor como masajista de varones, y me dijo:

  • A mí, nunca me ha dado un masaje un hombre, pero no me sentiría cómodo.

Traté de indagar en su respuesta y le dije que entre hombres conocemos mejor nuestros puntos de relajación, que si le daba miedo probar, me dijo que no, y que tampoco creía que sintiera cosas de ningún tipo, le dije que podía darle una degustación en ese momento, le indiqué que subiera, quité el seguro de las puertas y le abrí para que se sentara, una vez ahí, recline su asiento, subí sus brazos para olerlo y revisar sus muy abundantes vellos de sus axilas, se rió mientras lo hice y después comencé un leve masaje sobre sus piernas, al cabo de un par de minutos, su miembro despertó, intenté tocarlo pero no quiso, me quitó la mano y traté de regresar, cuando pasé de nuevo cerca mi mano de su miembro, estaba mojado y empezaba a ponerse flácido, ahí noté que había eyaculado, nos despedimos y se fue.

Deslechado y sin conocer el rumbo del autobús que lo llevaría de regreso a reunirse con sus hijos y su esposa, pero con una nueva experiencia en su bolsillo. Justo en el momento que me despedía, apareció Santiago, eran cerca de las 6:00 P.M. Me entregó los documentos, pagué la multa y camino de regreso a Quo, me contó el delicioso proceso de morbo que vivió con su chofer de aplicación, usó el mismo recurso que yo, decir que somos masajistas para dar la -prueba- de masaje y hacer eyacular al hombre que necesite explotar en relajación.

Y por fin, llegué al apartamento, multado pero bien morboseado. Espero que la aventura del mes de julio, esté llena de profundo placer y múltiples eyaculaciones de nuestros comensales.

Atte. Mateo Núñez

RELATO 0004 | TEMPORADA IV

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